La historia es real, y es una situación que ha pasado con varios de los intérpretes de música urbana, quienes son grandes desconocidos para los programadores, pero es lo que el público está pidiendo.Desde el destape de estos grupos que salieron del “underground” para ser más populares algunos han contado con el favor de los programadores que no se han resistido a colocarlos para asegurar que el público se mantenga en sintonía con la emisora.
De la Internet a la radio El proceso es el siguiente: Los representantes de la música urbana, “El Lápiz, Jo-a, Vakeró, Toxic Crow, y los merengueros de calle, muchos de ellos tienen páginas de Internet a través de la cual ponen a correr sus trabajos .
Estos muchachos que en la mayoría de los casos no tienen para pagar payola (en sus inicios), ni quien los patrocine y mucho menos disqueros encuentran en esta herramienta tecnológica una manera de expandir lo que hacen. De alguna manera es una nueva forma de “mercadear” la música. Esta forma, que se ha puesto de “moda” a partir de la masificación de la internet, le ha dado un resultado positivo, provocando de alguna manera que los programadores coloquen su música sin que ellos tengan que pagar y mucho menos tener un contacto directo con los locutores.
Así comenzó a sonar El Lápiz en una emisora, cuenta Junior Sosa, director de KQ 94. “Con el mismo Omega, la gente lo llamaba para pedir un tema, pero nosotros no sabíamos quién era ni lo que cantaba.
El Lápiz graba un tema que se llama Las Menores y la gente comienza a pedirlo y de esa misma manera entró Jo-a, la gente está pidiendo ahora a este muchacho”, dice Junior Sosa, convencido de que esta modalidad que han implementado los muchachos de la música urbana, o de calle les ha dado resultado.
Un dato interesante en que coinciden tanto Junior Sosa como Ovandi Camilo, de Cadena Espacial y conocedor de esta música, es que la pegada que estos muchachos están teniendo tiene que ver con la bajada que han tenido los reguetoneros tradicionales como Daddy Yankee, Tego Calderón, Wisin y Yandel y otros. “Hay una especie de receso y una baja en el reguetón intern a c i o n a l que tenía que llegar y eso ha favorecido a los muchachos que son los que han aprovechado este momento”, confirma Sosa.
El fenómeno
El Lápiz, considerado el número uno en estos momentos sonando en las estaciones radiales y en las discotecas y los “party”, es de alguna manera el resultado de la trascendencia que le ha dado la internet. Hace unos años este muchacho hacía fiestas en barrios por las que ni siquiera cobraba.
Hoy día, además de que ya todo el mundo lo conoce, cobra más que algunos merengueros y lo único que le falta es dar el salto al extranjero, donde aún no han podido llegar ni los otros representantes de este estilo.
La mayoría no tiene visado para hacer el viaje, lo que les ha impedido hacer presentaciones en el extranjero, donde ya son populares. Páginas como remolacha.net utiliza en su contenido lo que ellos han bautizado como “musiquita para tu nalguita”, a través del cual colocan todo lo nuevo que está sonando en las calles del país.
Así como esta página hay muchas otras que han contribuido enormemente con la difusión de los temas de estos artistas. Papi Sánchez, quien antes de ser cantante fue locutor y director de varias estaciones radiales, asegura el empuje que la internet le está dando a esta música en especial.
Los muchachos que están sonando tienen diferentes páginas conocidas en el país, de donde se bajan las canciones al instante. Para muchos, es increíble que uno sube una canción y en un rato más de 500 personas han bajado las canciones. SANTO DOMINGO.- Un fin de semana unos locutores pasaron por la avenida Abraham Lincoln y sonaba el tema “La travesura”, de el reguetonero Héctor The Father, pero en voz de un dominicano. Se trataba de Omega, el mismo que llegó con su mambo violento a provocar una “revolución”. Varios domingos viendo el resultado que había en los muchachos cuando sonaba el tema motivó a que los locutores buscaran el tema del denominado “Mambo violento”, y lo colocaran en las emisoras para de esa manera también complacer a los oyentes que ya habían hecho el pedido.
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