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Diario callejero de René Pérez


A mi salida me encontré con un monstruo marino llamado “Nahuelito” (animal acuático que según la leyenda aparece en el lago Nahuel Huapi), una comunidad alemana que venía huyendo desde la Segunda Guerra Mundial, un laboratorio científico antiguo en una isla en el medio del lago, una pequeña granja compuesta por ovejas, patos, gallinas, perros y pavos reales, una familia bonita que al principio me acogió como huésped y luego casi como hijo, una casa de madera con instrumentos musicales, mucho bife de lomo, cerveza y un poco de mate. La verdad fue que pude encontrar un momento íntimo para mirarme las manos y entender lo que busco. Sé que suena dramático, pero nada de lo que escriba aquí hoy va a ser tan dramático como los paisajes que me viví. Ni siquiera la cámara con la que tiramos estas fotos pudo capturar este drama paisajista del que hablo.

Tuve la oportunidad de correr alrededor de siete lagos durante un mismo día. Pude apreciar la luna de día, pues el atardecer comenzaba a las 8:00 de la noche. Logré ver cómo el sol se escondía detrás de la cordillera más grande de América. Siervos, liebres, montañas de nieve a lo lejos, una comunidad mapuche, una dulcería con chocolates y el mejor dulce de leche en San Martín de los Andes. El cerebro mío estaba anestesiado, no me salía letra. Fue como cuando por
primera vez hablé con Denise, mi novia, no me salían las palabras. No fue hasta el despegue del avión que desperté con una fuerte turbulencia gracias a los fríos vientos de la famosa cordillera. El avión parecía que no aguantaba. No se veía nada por la ventana. Llamé a la azafata preocupado y le pedí que me trajera alcohol. Abrí mi computadora para escribir mis últimos pensamientos, pues pensé que me iba a morir. La azafata, haciéndo caso omiso a las indicaciones de permanecer sentados en nuestros asientos, me trajo tres latas de cerveza. Me bebí las tres latas corridas y ahí fue cuando vomité… ahí fue cuando vomité todas las cosas bonitas que había visto en el viaje. Me salieron estrofas seguidas, escribía sin parar como si estuviera copiando algo que ya estaba escrito. Me fui dando cuenta de que cuanto más escribía, el avión se calmaba, así que no paré de escribir hasta el aterrizaje. No sé si terminará siendo una canción, un cuento o un regalito pa’ Denise, lo que sé es que la Patagonia me sacó una de las cosas más bonitas que he escrito en mi vida.
René Pérez, conocido como Residente, compartirá con los fanáticos de su música cada momento de inspiración que le está llevando a armar su nuevo disco.

En las páginas de noticias de reggaeton, la voz del dúo Calle 13 recopilará sus vivencias por Latinoamérica, las que le están ayudando a componer las letras de su nueva propuesta.
El artista comienza hoy sus narraciones con su reciente experiencia en Patagonia y seguirá con Perú.

Luego del concierto en el Luna Park, en Buenos Aires, se me ocurrió bajar hasta el último punto donde se congela el continente para comenzar a escribir mi próximo disco: “El polo sur, la famosa Patagonia”. Pensé que con el frío y la escasez de gente me iba a mantener en el interior de una casa escribiendo, pero fue todo lo contrario. Me fui dando cuenta de que mientras más me encerraba, más se me congelaban las ideas, así que tuve que salir.

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