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Arcángel da la batalla


La tiradera no lo asusta. ¿Que pocos de sus colegas en la música urbana le impresionan? Así es. Siguiente. ¿Que no quiere que sólo lo vean como reggaetonero? Pues sí, ¿y? ¿Que es dominicano y no soporta la bachata? Umjum. Brega con eso. No por nada se hace llamar “La Maravilla”, “El Fenómeno” o, su nombre artístico oficial, Arcángel.

Sucede que Austin Santos es mucho más que eso. Menudo y delgado, el cabello largo recogido y gafas pegadas a su rostro, en entrevista se muestra cordial, respetuoso y algo tímido. Eso es, hasta que entra en calor y comienza a hablar: de su nuevo disco “El Fenómeno”; de cómo considera que no es uno más en la industria; de su futuro profesional.

Que es, apuesta, el futuro del reggaetón: o el género evoluciona, como lleva predicando Arcángel desde principios de los 2000, o se lo lleva el diablo. Cuando sintió que su contrato con Zion en Baby Records le era injusto, batalló y alzó el vuelo. Eso significó dejar atrás a su compañero artístico De La Ghetto. Allá él. Arcángel, hoy con 23 años, mezcla los ritmos que le gustan con lo que le da la calle, y así llega a su música. Ahora, apunta hacia Europa y los Estados Unidos, comenzando su gira de promoción en Miami.

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¿Cómo y dónde adquiriste tu preparación musical?

Mi mamá era merenguera [Carmen Santos, del grupo Las Chicas del Clan], y yo me crié entre salseros también, en Puerto Rico y en Nueva York. Me gustaba mucho la salsa, y soy fanático del rock and roll a muerte. Soy fanático de lo que es música en general. No me encasillo solamente en hacer reggaetón. Y te voy a ser sincero: El reggaetón no es mi género favorito.

¿No?

Es lo que se me hace más fácil cantar a mí. Pero si yo tuviera esa voz preciosa que tienen otros artistas, yo cantara otros tipos de música. Mi voz es más sucia, es una voz raspada. Por eso me quedo aquí en lo mío, a lo que ya le tengo el truco “mangao”. Pero todo lo que tenga que ver con música me gusta. Soy enfermo con el techno, con el trance.

Por eso incluyes distintos ritmos en este disco.

Siempre ha sido mi línea. Yo crecí escuchando otras cosas, lo único que también escuchaba reggaetón. Pero el reggaetón de antes no me gustaba porque era como que bien…lo mínimo. Mira, los panameños dicen que nosotros le copiamos el reggaetón a ellos, pero ellos hacían lo mismo con la música jamaiquina. Ellos escuchaban a los jamaiquinos, copiaban la melodía, la hacían con otra letra en español y de momento venía el puertorriqueño y copiaba al panameño.

¿Qué aportó el puertorriqueño a esta música?

La perfeccionó. Nosotros usamos el factor originalidad. Empezaron a salir productores con creatividad y a hacer nuestro propio sonido. Pero todavía no es sino hasta el 2003 que salen exponentes creativos cantando sus propias letras. Porque los mayores exponentes de hoy en día, 10 años atrás lo que hacían era copiar. Cogían un disco de Wu-Tang Clan y no lo respetaban. Yo te puedo mencionar cantantes, pero no me quiero meter en un problema. Todos, TODOS, han copiado.

¿En qué momento te das cuenta que la música se podía convertir en algo serio para ti?

Yo estaba en Nueva York, como en el 2002. Regresé a Puerto Rico decidido a cantar reggaetón cuando escuché a Tego [Calderón]. Fue en verdad el que abrió las puertas al mercado anglosajón. Lo conocí y me motivó fuertemente. Duré como un año y medio por ahí, de estudio en estudio. Nadie me hacía caso. Botaban mis demos.

¿Y por qué? ¿Lo que estabas haciendo no encajaba en ese momento? ¿No tenías padrino?

Eso es lo que pasa en Puerto Rico. Tienes que tener un padrino, obligao. El sistema es así. Necesitas un padrino para entrar, para que la gente te dé la oportunidad de escucharte. Antes que Zion, Don Omar fue el primer artista que me permitió salir en un disco producido por él.

Sin una producción tuya en el mercado, ¿cómo es que empiezas a dar, y a llenar, conciertos?

Lo que pasa es que yo soy un enfermo del estudio, y se me pirateó un CD como con 40 canciones. Yo no era famoso. Nadie sabía quién yo era. Pero el disco estaba corriendo por todo Puerto Rico. Y por eso fue que yo pude hacer Bellas Artes, porque esas canciones que yo hacía en el estudio relajando se piratearon, llegaron a la calle y llenaron tres funciones y dos coliseos. Yo sólo había salido en otros discos como artista invitado.

En tus canciones es común oírte decir que eres La Maravilla, El Fenómeno. ¿Cuánto de eso es por picar a los demás, y cuánto es porque de verdad te lo crees?

Lo hago porque tengo, wow, tengo que defenderme. En este género hay tanta gente envidiosa. A mí se me tilda de arrogante, de que soy un pedante, pero es mentira. En escena yo soy La Maravilla, soy El Fenómeno. En mi tarima mando yo.

¿Y fuera de escena?

Soy Austin Santos.

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