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Obedecen al ‘Jefe’


Anoche no hubo tregua alguna, tampoco descanso, incluso las sillas colocadas a ras de pasto no fueron utilizadas para sentarse si no para subirse y tener una mejor perspectiva del “jefe”, el mismo al que no faltó quién quisiera imitar vistiendo gorra, lentes, ropa holgada y las llamativas cadenas de 50 y cien pesos que fueron vendidas; Daddy también se dio tiempo de improvisar y de echarse a la bolsa a sus ya de por sí fieles fans “¡mucho respeto para toda mi gente!”.

Con dedicatoria especial a todos los que dudan de su capacidad de convocatoria, inició el show con Jefe. Manos arriba, movimientos sensuales, gritos, cuerpos pegados, público frenético; el reggaetón se introdujo no nada más en los oídos sino en todo el cuerpo, en el alma.
La fiesta había comenzado ya en todos los rincones del lugar: en gradas, en la zona VIP y se había extendido a los alrededores del recinto, a donde acudió buen número de personas que desde afuera escuchaban el repertorio, aunque eso sí, tenían qué imaginar todo lo que pasaba adentro.
Un enérgico Daddy Yankee siguió con éxitos conocidos como Machucando, Machete, Fuera de Control, Tu Príncipe, Yo Voy, luego vino con Cambio, de su nueva producción. De esa forma siguió el artista puertorriqueño su presentación entre viejas canciones, clásicos y las nuevas pertenecientes a su último álbum El Cartel The Big Boss. Como una hora después de haber comenzado el show, y mientras la estrella de reggaetón mantenía a sus fanáticos eufóricos con un medley de grandes éxitos,
La alegría estaba presente al igual que la candela del boricua, sin embargo todos esperaban impacientes los sonidos de los grandes hits: Gasolina, Lo que Pasó Pasó, Oye mi Canto con su pegajoso coro de “boricua, morena, dominicano, colombiano...” entre otras, hasta llegar a Impacto, su más reciente éxito.

Las luces verdes de los souvenirs y las blancas de los celulares fueron las “chispas” que aparecieron durante la negrura del lugar, el cual de vez en vez resplandecía por la pirotecnia utilizada en el foro.
Faltando diez minutos para la medianoche el show terminó. Era imposible apagar el fuego creado en los asistentes, adolescentes y jóvenes en su mayoría que se cuadraron “con el jefe”.

Para recordar

Daddy Yankee demostró que es el reggaetonero número uno.
TORREÓN, COAH.- “La Gasolina” acabó de prender fuego en todos los asistentes del Estadio Revolución. Nadie podía resistirse a mover el cuerpo al ritmo de los pegajosos sonidos fusionados del reggae jamaicano, hip hop y funk, pero además nadie podía desobedecer al “jefe”, sus rimas eran órdenes, su música fue ley.

Él había prometido que el show que daría en la ciudad iba a ser inolvidable: lo cumplió, y no solamente porque presentó un enorme escenario de cuatro niveles plagado de luces; tampoco se debió a los ocho sexies bailarines, a las dos mega pantallas colocadas al costado del foro y mucho menos a la plataforma que lo levantó al principio y final del espectáculo; sino a su explosiva entrega, a su improvisación, a su sola presencia, la cual dejó en el olvido la hora de retraso con la que inició el concierto (estaba previsto para las nueve de la noche, pero comenzó exactamente a las 10:00 p.m.)

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