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Reggaeton Vs. Todos


Un problema de deportación lo sacó por un tiempo del aire, aunque ha vuelto a sonar en los últimos días. Ahora, la música urbana vive una experiencia interesante en la representación del rapero El Lápiz y de los regaetoneros criollos Vakeró, Toxicrown y Jo-a. Todos, expresiones de la calle y con muchos años en el ruedo, han logrado de alguna manera entrar al dial.

El Lápiz es la sensación, suena más que todos y se debe a la pegada de sus temas en el público joven que baja sus canciones en la internet.

La realidad es la siguiente, según explica Ovandi Camilo, productor y conductor del “Partyson del sábado”: los muchachos del patio se han fortificado ante la ausencia de temas nuevos de los regaetoneros establecidos de anteriores líderes del reguetón, entre ellos Don Omar, Tego Calderón, Wisin y Yandel y demás. Eso les ha facilitado entrar a las estaciones de radio, lo que antes no sucedía.

Dioni Fernández, músico, arreglista y merenguero, no desmerita la música que hasta el momento hacen estos muchachos carente de una buena base musical y hasta de una lírica decente. Sin embargo, eso es lo que los muchachos y la gente quiere, pero ello no indica que el merengue tradicional deje de sonar y de existir. “La música urbana es una línea popular y es un movimiento mundial.


Una música con un corte urbano, underground, eso obedece a situiaciones sociopolíticas. Todo puede coexistir, el gusto de la gente es muy variado”, aduce el maestro Fernández, quien entiende que en estos momentos “aparentemente los que tienen la llave del momento son ellos (los representantes de la música urbana o de calle) para conectar con la gente y con los jóvenes”.

El merengue tradicional tiene su espacio y no lo ha perdido, una afirmación que Dioni sustenta con la cantidad de fiestas y bailes que realizan los intérpretes establecidos del género.

Descarta de raíz que exista la posibilidad de que estas expresiones de calle logren trascender más que el merengue tradicional. Pero no todo es color de rosa, el maestro también se refiere a que estos muchachos difícilmente logren un contrato con una disquera por la informalidad de su música y por la no garantía de venta de discos, debido al estilo en que se comercializa la misma.

Ovandi Camilo testimonia que ahora ellos son los que van detrás de lo último que sacó determinado cantante de este estilo. En el caso específico de El Lápiz es lo que ha ocurrido. El proceso es el siguiente, hacen un tema, lo ponen en la internet, corre la pelota y de pronto el tema ya está de boca en boca. Esta particular forma de mercadear el disco no es la que más garantía les da a los disqueros.

El maestro Ramón Orlando también opina de este tema: “Lo que pasa es que esa música de los callejones tiene mucho tiempo, nunca se va a terminar porque es una música que se hace barata y sin recursos. La gente se la encuentra tan buena como una en la que se gasta mucho dinero. Ese tipo de música las emisoras no la suenan hasta que se pega”, dice el merenguero que prefiere que suene esta música a que en el país suenen la música extranjera.


Llegaron a la radio
Iván Cuevas, de Cadena Espacial 107.3 FM, y El Macho, de Pawer 103.7 FM, se encargan cada día de colocar música urbana en las estaciones donde trabajan. Cuevas asegura que es una fiebre del momento la pegada que hay y por ello complace a sus oyentes sonandoles lo último de El Lápiz, Jo-a, Toxicrown, Vaqueró, Omaga, Galco Mambo, Don Miguelo, Tulile y otros.

“Es lo que la gente quiere, y nosotros los complacemos”, dice el locutor de Estación Espacial, que también descarta que estos ritmos desplacen el merengue tradicional como tal.
Convencido de que toda expresión musical puede coexistir, el maestro Dioni Fernández descarta que el merengue tradicional y la bachata se vean atentados ante la creciente demanda de la música urbana. El rap, reguetón, hip hop y hasta el merengue de calle, encasillados en la expresión globalizada “música urbana”, han tenido una notable aceptación y apoyo ya no sólo de la calle, que es de donde viene y se nutre, sino, también, de la radio y de los centros nocturnos, donde son los ritmos dueños de las fiestas.
La creciente demanda ha dado como resultado algunos intentos de fenómeno tal y como sucedió el año pasado con el merenguero Omega, que tras su salida era el que más tocaba y sonaba en la mayoría de colmadones del país hasta posteriormente llegar a la radio.

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