Con una simpatía y sinceridad arrolladoras, un tic nervioso incipiente en la boca y en la nariz como si estuviera esnifando, una gran personalidad original con un carisma fuera de serie, una lúcida inteligencia práctica, y haciendo galas de una paradójica naturalidad opulenta, Daddy Yankee se ha abierto caminos y ha marcado pautas hasta convertirse en un ídolo y paradigma para millones; en especial para los niños quienes calcan su forma de vestir, de caminar y gesticular, aparte de entonar sus canciones al ritmo del reguetón.
Inteligentemente supo elegir su nombre de escenario, ya que por un lado el sustantivo “daddy”, con su traducción de “papi”, o “papito”, es una de las palabras que más se escucha el Puerto Rico hoy en día, sustituyendo, si cabe, la exclamación “bendito”, que tanto se oía en la vecina isla en décadas pasadas. Esto provoca que su apelativo sea un término de empleo cotidiano, cariñoso y familiar. Por otra parte, el adjetivo “yankee”, que se ha recogido en el diccionario como “yanqui”, originalmente se refería a los habitantes de Nueva Inglaterra, en la costa noroeste de los EE UU, y por extensión se aplica a todos los estadounidenses en general. Este vocablo remite al gran mercado que el artista tenía en la mira para conquistar, a la vez que se congraciaba con el imperio, y les enviaba el mensaje de que no los estaba enfrentado a ellos, sino, que era un asimilado del “american way of life”; a pesar de las letras de protesta y de contenido social que tiene ese ritmo. Es una combinación muy acertada: Daddy Yankee, que expresa pragmatismo por todos lados.
Cualquier artista está en su perfecto derecho de cambiarse o acortarse el nombre para iniciar su carrera, y los ejemplos sobran, desde Norma Jeane Mortenson, alias Marilyn Monroe, hasta Madonna Louise Ciccone Ritchie, conocida como Madonna, pasando por Prince Rogers Nelson, llamado Prince , o Beyoncé Giselle Knowles, a quien llaman sencillamente Beyoncé. De lo que no cabe ninguna confusión es que el ocaso de Michael Joseph Jackson, - por sus problemas legales como pederasta - , mejor conocido como Michael Jackson, benefició enormemente a Daddy Yankee, porque muchos de esos jovencitos que antes suspiraban por Michael, ahora siguen y emulan a Daddy.
Jackson con su enorme talento fue el rey indiscutible del pop durante más de una década, en cuanto a cantantes masculinos (¿) se refiere, y Madonna era la reina hasta que le hizo un traspaso simbólico con un beso en la boca a Britney Spears; empero, esta última por su vida disoluta no ha podido ocupar el “trono”. De paso ambas eclipsaron al dúo ruso Tatu, quienes se habían hecho famosas en los escenarios por sus insinuaciones lésbicas.
Por su lado Daddy Yankee, quien se hace llamar “The Big Boss”, (El Gran Jefe), denominación parecida a la que empleaba el cantante Bruce Springsteen: “The Boss”, remite y es reminiscente en todo caso del mundo de las pandillas, la violencia, las drogas y de la mafia, por su analogía. También se le conoce como el Cangri al reguetonero.
Toda la indumentaria y comportamiento de Daddy Yankee, parte del criterio de llevar la contraria, de tal forma que su versión y estilo anti-establishment lo han convertido en un símbolo y un referente para las nuevas generaciones; por ese motivo quizá convendría más hablar de anti-moda y anti-música, y esa actitud ha sido precisamente la clave de su éxito. Pero vayamos por partes:
La gorra que suele llevar D. Y. casi siempre es de gran tamaño con la visera grande y plana, de tal forma que no pocas veces le cubre parte de las orejas, o se la pone de lado, y en las mismas orejas lleva unos adornos de brillantes, al igual que en la macro-cadena que le cuelga del cuello rematada con un “blinblín”, el macro-anillo, el macro-reloj, y una macro-hebilla en el cinturón, todo con mucho brillo y de mal gusto, pero caro. Los pantalones, con adornos o sin ellos, siempre se los pone por debajo del ombligo, en una actitud cuasi-cantinflesca, y más largos de lo normal, creando un abultamiento encima del calzado rústico. Cualquier indumentaria o adorno, por más costoso que sea, al ponérselo lo hace de forma poco ortodoxa.
Por supuesto que Daddy tiene su forma peculiar de andar la cual es muy imitada, como si estuviera marcando el ritmo permanentemente con su “flow” y su “chillin”, que tanto gusta a las “bichas”; y ha impuesto unos gestos como el de la “V” de la victoria con el índice y el dedo mayor pegados al pecho en diagonal, o bien, con el brazo extendido hacia adelante con el índice y el meñique rígidos y los demás dedos relajados.
En cuanto a su música se refiere, puede ser tan monótona que a veces se aproxima más a una letanía que a una canción, y por ese motivo los éxitos más conocidos de Daddy son aquellos que tienen algún estribillo melódico, como su famosa “gasolina”. Los críticos más acérrimos del reguetón opinan que lo que hace D. Y. no es música, y que cualquier persona que sepa seguir el ritmo puede “cantar” o “rapear” eso, porque no se requiere tener voz, como antes se exigía. Un ejemplo reciente para apoyar este criterio sería el caso de Don Brinca, el alcohólico cibaeño desdentado quien aparece en el Internet “rapeando”, y de paso criticando al gobierno dominicano.
De todas formas, Daddy Yankee con su originalidad ha impuesto una nueva estética en los escenarios con sus efectos especiales, sus bailarines y su estilo personal, llevándole la contraria, a todo lo que se hacía anteriormente, y así se ha convertido en el símbolo de los jóvenes, imitado e influyente hasta la saciedad con su “guille”.
Muchos adolescentes “esgrimen” a Daddy Yankee y todo lo que él representa y muestra, como una bandera de emancipación, rebeldía e independencia. Él vive su rol como actor, como líder, como estereotipo y como personalidad que incide en nuestra sociedad. Fuera de su Villa Kennedy natal, el barrio clasemediero bajo, allá en San Juan de Puerto Rico, poca gente sabe quién es Raymond Ayala, el “luchador” como él mismo se describe, quien ha trascendido las fronteras de su tierra chica hasta convertirse en uno de los 100 personajes más influyentes a nivel mundial, según la prestigiosa revista Time.
Nacido hace ya treinta años, Daddy Yankee, - su nombre artístico y marca comercial - , empezó con la música a los catorce años haciendo fusiones con el merengue, la bachata y otros ritmos latinos, y su influencia y fortuna han ido en ascenso desde ese entonces; y simultáneamente, ha impuesto un nuevo estilo kitsch en la música y en la moda.
Inteligentemente supo elegir su nombre de escenario, ya que por un lado el sustantivo “daddy”, con su traducción de “papi”, o “papito”, es una de las palabras que más se escucha el Puerto Rico hoy en día, sustituyendo, si cabe, la exclamación “bendito”, que tanto se oía en la vecina isla en décadas pasadas. Esto provoca que su apelativo sea un término de empleo cotidiano, cariñoso y familiar. Por otra parte, el adjetivo “yankee”, que se ha recogido en el diccionario como “yanqui”, originalmente se refería a los habitantes de Nueva Inglaterra, en la costa noroeste de los EE UU, y por extensión se aplica a todos los estadounidenses en general. Este vocablo remite al gran mercado que el artista tenía en la mira para conquistar, a la vez que se congraciaba con el imperio, y les enviaba el mensaje de que no los estaba enfrentado a ellos, sino, que era un asimilado del “american way of life”; a pesar de las letras de protesta y de contenido social que tiene ese ritmo. Es una combinación muy acertada: Daddy Yankee, que expresa pragmatismo por todos lados.
Cualquier artista está en su perfecto derecho de cambiarse o acortarse el nombre para iniciar su carrera, y los ejemplos sobran, desde Norma Jeane Mortenson, alias Marilyn Monroe, hasta Madonna Louise Ciccone Ritchie, conocida como Madonna, pasando por Prince Rogers Nelson, llamado Prince , o Beyoncé Giselle Knowles, a quien llaman sencillamente Beyoncé. De lo que no cabe ninguna confusión es que el ocaso de Michael Joseph Jackson, - por sus problemas legales como pederasta - , mejor conocido como Michael Jackson, benefició enormemente a Daddy Yankee, porque muchos de esos jovencitos que antes suspiraban por Michael, ahora siguen y emulan a Daddy.
Jackson con su enorme talento fue el rey indiscutible del pop durante más de una década, en cuanto a cantantes masculinos (¿) se refiere, y Madonna era la reina hasta que le hizo un traspaso simbólico con un beso en la boca a Britney Spears; empero, esta última por su vida disoluta no ha podido ocupar el “trono”. De paso ambas eclipsaron al dúo ruso Tatu, quienes se habían hecho famosas en los escenarios por sus insinuaciones lésbicas.
Por su lado Daddy Yankee, quien se hace llamar “The Big Boss”, (El Gran Jefe), denominación parecida a la que empleaba el cantante Bruce Springsteen: “The Boss”, remite y es reminiscente en todo caso del mundo de las pandillas, la violencia, las drogas y de la mafia, por su analogía. También se le conoce como el Cangri al reguetonero.
Toda la indumentaria y comportamiento de Daddy Yankee, parte del criterio de llevar la contraria, de tal forma que su versión y estilo anti-establishment lo han convertido en un símbolo y un referente para las nuevas generaciones; por ese motivo quizá convendría más hablar de anti-moda y anti-música, y esa actitud ha sido precisamente la clave de su éxito. Pero vayamos por partes:
La gorra que suele llevar D. Y. casi siempre es de gran tamaño con la visera grande y plana, de tal forma que no pocas veces le cubre parte de las orejas, o se la pone de lado, y en las mismas orejas lleva unos adornos de brillantes, al igual que en la macro-cadena que le cuelga del cuello rematada con un “blinblín”, el macro-anillo, el macro-reloj, y una macro-hebilla en el cinturón, todo con mucho brillo y de mal gusto, pero caro. Los pantalones, con adornos o sin ellos, siempre se los pone por debajo del ombligo, en una actitud cuasi-cantinflesca, y más largos de lo normal, creando un abultamiento encima del calzado rústico. Cualquier indumentaria o adorno, por más costoso que sea, al ponérselo lo hace de forma poco ortodoxa.
Por supuesto que Daddy tiene su forma peculiar de andar la cual es muy imitada, como si estuviera marcando el ritmo permanentemente con su “flow” y su “chillin”, que tanto gusta a las “bichas”; y ha impuesto unos gestos como el de la “V” de la victoria con el índice y el dedo mayor pegados al pecho en diagonal, o bien, con el brazo extendido hacia adelante con el índice y el meñique rígidos y los demás dedos relajados.
En cuanto a su música se refiere, puede ser tan monótona que a veces se aproxima más a una letanía que a una canción, y por ese motivo los éxitos más conocidos de Daddy son aquellos que tienen algún estribillo melódico, como su famosa “gasolina”. Los críticos más acérrimos del reguetón opinan que lo que hace D. Y. no es música, y que cualquier persona que sepa seguir el ritmo puede “cantar” o “rapear” eso, porque no se requiere tener voz, como antes se exigía. Un ejemplo reciente para apoyar este criterio sería el caso de Don Brinca, el alcohólico cibaeño desdentado quien aparece en el Internet “rapeando”, y de paso criticando al gobierno dominicano.
De todas formas, Daddy Yankee con su originalidad ha impuesto una nueva estética en los escenarios con sus efectos especiales, sus bailarines y su estilo personal, llevándole la contraria, a todo lo que se hacía anteriormente, y así se ha convertido en el símbolo de los jóvenes, imitado e influyente hasta la saciedad con su “guille”.
Muchos adolescentes “esgrimen” a Daddy Yankee y todo lo que él representa y muestra, como una bandera de emancipación, rebeldía e independencia. Él vive su rol como actor, como líder, como estereotipo y como personalidad que incide en nuestra sociedad. Fuera de su Villa Kennedy natal, el barrio clasemediero bajo, allá en San Juan de Puerto Rico, poca gente sabe quién es Raymond Ayala, el “luchador” como él mismo se describe, quien ha trascendido las fronteras de su tierra chica hasta convertirse en uno de los 100 personajes más influyentes a nivel mundial, según la prestigiosa revista Time.
Nacido hace ya treinta años, Daddy Yankee, - su nombre artístico y marca comercial - , empezó con la música a los catorce años haciendo fusiones con el merengue, la bachata y otros ritmos latinos, y su influencia y fortuna han ido en ascenso desde ese entonces; y simultáneamente, ha impuesto un nuevo estilo kitsch en la música y en la moda.
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