A nuestra llegada al destino, supimos que el idioma iba a ser un problema porque, aparte de italiano, allí sólo se habla… italiano. Lograr averiguar dónde nos esperaba nuestro autobús fue una odisea. La gente nos ignoraba o respondían en italiano. Me imagino que decían "no los entiendo un ca…".
Por suerte, la productora Mariela, que estaba en nuestro grupo, logró comunicación con otro del evento (que hablaba español) y nos hizo saber hacia dónde dirigirnos. Me quedé atrás cargando mi equipaje y al llegar ya todos se habían ido. Mi "placentera" visita a Italia comenzaba con el pie izquierdo. Si no llega a ser por Valentino, que preguntó por mí, el chofer no regresa. Claro, los muchachos me pegaron tremendo "vellón".
El viaje en autobús duraría tres horas por lo que muchos decidimos dormir. Nuestro destino final quedaba a las afueras de Verona, al norte de Italia, donde la historia de "Romeo y Julieta" toma vida.
Asombrado quedé cuando al llegar vi frente a mí un McDonald's. Hacía hambre y tuve que pelear con algunos que pretendían ir a comer allá. "Hello, venimos tan lejos para comer en McDonald's", les dije, pero aun así solamente logré convencer a Valentino, Mariela y a Isma (Dj). Fuimos víctima del idioma, pues "pizza con pepperoni" significa "pizza con pimientos amarillos". Aun así estaba rica, aunque Isma no estaba muy contento.
Nos fuimos a descansar al hotel pues el show era esa noche. Sin embargo, Moisés realizó varias llamaditas a Puerto Rico sin haber comprado una tarjeta de llamadas. ¡Qué cara le saldría la jugada! Esa noche nos dirigimos al "Euroreggaetón" y la música de reguetón se hizo sentir por espacio de dos horas. Debo admitir que no pensaba que aparecería tanto hispano. Más de dos mil personas asistieron.
Tras el espectáculo, fuimos invitados a comer una rica comida cubana en uno de los kioscos del evento, ¡péro este tenía mesas y hasta pista de baile! Y Pirín tomó el micrófono para cantar un tema de Toño Rosario que puso a reír y gozar a todos.
Ya a las 11:00 de la mañana, el autobús nos esperaba para viajar a nuestro siguiente destino: Rímini, una ciudad turística en la costa del mar Adriático. Otras tres horas nos tomaría ese viaje, que comenzó con los muchachos haciendo una recolecta en tono de broma para Moisés, quien había tenido que pagar unos cuantos euros (alrededor de 700 dólares estadounidenses) por las llamadas de la noche anterior. Creo que ni recaudamos 20 dólares, ¡pobre!
La llegada a Rímini fue jubilosa, pues es una ciudad grande, a lo que estamos acostumbrados, con playa, restaurantes y repleta de gente. Aprovechamos la tarde para visitar la playa y caminar por las cercanías de nuestro hotel.
Esa noche fuimos invitados a cantar en una discoteca de la ciudad. Sin descansar aceptamos ir a Bobo, donde nos esperaban otras mil personas a la orilla de la playa. El show que montaron los muchachos fue excelente y todos fueron aclamados por los presentes, en su gran mayoría colombianos y dominicanos. Allí surgió la idea de visitar Venecia. El único problema era que tendríamos que viajar en tren y temprano. Así, al llegar al hotel, el grupo de valientes que incluyó a Goguito, Mariela, Valentino, Coriano, Franco, Golden, Pirín, Chezina y Kalil simplemente nos dimos un bañito y a la estación de tren. Una vez allí el dolor de cabeza que nos causaba comunicarnos llegó a su punto culminante cuando perdimos el tren de la mañana porque el vendedor de boletos no nos entendía. Por fin, tras más de media hora de español, italiano, inglés y hasta señas, logramos obtener nuestros tickets.
El viaje sería largo, caluroso y tedioso, pues tardaríamos cuatro horas en un tren sin aire acondicionado y con unas butacas durísimas, sin nada que ver en el paisaje: llanos y montañas. De alguna manera Franco logró encontrar la manera de quedarse dormido y no despertó durante gran parte del trayecto. Hicimos lo mejor que pudimos para pasarla bien, cantamos, pusimos música y hasta bailamos en el pasillo.
La llegada a Venecia fue bonita, el tren cruza un gran cuerpo de agua que lo rodea todo. Era como si estuviésemos entrando por un estrecho de tierra a una gran isla de concreto, barro y bloques. Decidimos visitar la Plaza San Marco, pero nos montamos en el bote equivocado, ¡otra vez el idioma!, y no llegamos a la plaza hasta una hora después. Cansados, pero entusiasmados, Chezina y Pirín aprovecharon para grabar unas tomas para un vídeo musical. La gente comenzó a rodearlos y de pronto unas 100 personas tomaban fotos y vídeo de los artistas.
Los paseos por los canales de Venecia en góndola son la atracción principal, así que nos dividimos en varios grupos para experimentar el viajecito. Fue divertido y hasta unas viejitas bromearon con nosotros cuando nos comenzaron a cantar "O sole mio" porque eramos todos varones. "Se la apuntaron con nosotros", exclamó Franco entre risas. A pesar de que el camino es increíble, pudimos notar que el sistema de desperdicios de aguas usadas cae directamente al agua, por lo que se pueden imaginar el peculiar olor.
Ya cansados, a las 6:00 de la tarde, nos dirigimos al tren a emprender nuestro duro viaje de regreso a Rímini, donde descansaríamos al fin unas horas antes de partir en autobús para el lejano aeropuerto de Malpensa y de ahí a Filadelfia, donde el vuelo se atrasó dos horas, para finalmente llegar a casa: Puerto Rico.
Italia - Tras aceptar la invitación para asistir al "Euroreggaetón" en la ciudad de Verona me propuse no dejar para último preparar mis motetes. Sin embargo, como todo buen boricua llegue corriendo como loco al aeropuerto pues iba tarde.
Para mi sorpresa, aún estaban en la fila Valentino, Yomo, Don Chezina, Golden, Franco "El Gorila" y Rey Pirín, que con una calma increíble parecían no importarles que apenas faltaba menos de una hora para salir. De todos modos, logramos montarnos en el avión, que iba repleto y nos dejaría en Filadelfia, nuestra primera parada.
Luego de cuatro horas de espera y una que otra manita de dominó, nuestro vuelo al aeropuerto de Malpensa iniciaba. El viaje fue tranquilo, a pesar de durar nueve horas. ¡Y finalmente daban una película que no había visto!
Por suerte, la productora Mariela, que estaba en nuestro grupo, logró comunicación con otro del evento (que hablaba español) y nos hizo saber hacia dónde dirigirnos. Me quedé atrás cargando mi equipaje y al llegar ya todos se habían ido. Mi "placentera" visita a Italia comenzaba con el pie izquierdo. Si no llega a ser por Valentino, que preguntó por mí, el chofer no regresa. Claro, los muchachos me pegaron tremendo "vellón".
El viaje en autobús duraría tres horas por lo que muchos decidimos dormir. Nuestro destino final quedaba a las afueras de Verona, al norte de Italia, donde la historia de "Romeo y Julieta" toma vida.
Asombrado quedé cuando al llegar vi frente a mí un McDonald's. Hacía hambre y tuve que pelear con algunos que pretendían ir a comer allá. "Hello, venimos tan lejos para comer en McDonald's", les dije, pero aun así solamente logré convencer a Valentino, Mariela y a Isma (Dj). Fuimos víctima del idioma, pues "pizza con pepperoni" significa "pizza con pimientos amarillos". Aun así estaba rica, aunque Isma no estaba muy contento.
Nos fuimos a descansar al hotel pues el show era esa noche. Sin embargo, Moisés realizó varias llamaditas a Puerto Rico sin haber comprado una tarjeta de llamadas. ¡Qué cara le saldría la jugada! Esa noche nos dirigimos al "Euroreggaetón" y la música de reguetón se hizo sentir por espacio de dos horas. Debo admitir que no pensaba que aparecería tanto hispano. Más de dos mil personas asistieron.
Tras el espectáculo, fuimos invitados a comer una rica comida cubana en uno de los kioscos del evento, ¡péro este tenía mesas y hasta pista de baile! Y Pirín tomó el micrófono para cantar un tema de Toño Rosario que puso a reír y gozar a todos.
Ya a las 11:00 de la mañana, el autobús nos esperaba para viajar a nuestro siguiente destino: Rímini, una ciudad turística en la costa del mar Adriático. Otras tres horas nos tomaría ese viaje, que comenzó con los muchachos haciendo una recolecta en tono de broma para Moisés, quien había tenido que pagar unos cuantos euros (alrededor de 700 dólares estadounidenses) por las llamadas de la noche anterior. Creo que ni recaudamos 20 dólares, ¡pobre!
La llegada a Rímini fue jubilosa, pues es una ciudad grande, a lo que estamos acostumbrados, con playa, restaurantes y repleta de gente. Aprovechamos la tarde para visitar la playa y caminar por las cercanías de nuestro hotel.
Esa noche fuimos invitados a cantar en una discoteca de la ciudad. Sin descansar aceptamos ir a Bobo, donde nos esperaban otras mil personas a la orilla de la playa. El show que montaron los muchachos fue excelente y todos fueron aclamados por los presentes, en su gran mayoría colombianos y dominicanos. Allí surgió la idea de visitar Venecia. El único problema era que tendríamos que viajar en tren y temprano. Así, al llegar al hotel, el grupo de valientes que incluyó a Goguito, Mariela, Valentino, Coriano, Franco, Golden, Pirín, Chezina y Kalil simplemente nos dimos un bañito y a la estación de tren. Una vez allí el dolor de cabeza que nos causaba comunicarnos llegó a su punto culminante cuando perdimos el tren de la mañana porque el vendedor de boletos no nos entendía. Por fin, tras más de media hora de español, italiano, inglés y hasta señas, logramos obtener nuestros tickets.
El viaje sería largo, caluroso y tedioso, pues tardaríamos cuatro horas en un tren sin aire acondicionado y con unas butacas durísimas, sin nada que ver en el paisaje: llanos y montañas. De alguna manera Franco logró encontrar la manera de quedarse dormido y no despertó durante gran parte del trayecto. Hicimos lo mejor que pudimos para pasarla bien, cantamos, pusimos música y hasta bailamos en el pasillo.
La llegada a Venecia fue bonita, el tren cruza un gran cuerpo de agua que lo rodea todo. Era como si estuviésemos entrando por un estrecho de tierra a una gran isla de concreto, barro y bloques. Decidimos visitar la Plaza San Marco, pero nos montamos en el bote equivocado, ¡otra vez el idioma!, y no llegamos a la plaza hasta una hora después. Cansados, pero entusiasmados, Chezina y Pirín aprovecharon para grabar unas tomas para un vídeo musical. La gente comenzó a rodearlos y de pronto unas 100 personas tomaban fotos y vídeo de los artistas.
Los paseos por los canales de Venecia en góndola son la atracción principal, así que nos dividimos en varios grupos para experimentar el viajecito. Fue divertido y hasta unas viejitas bromearon con nosotros cuando nos comenzaron a cantar "O sole mio" porque eramos todos varones. "Se la apuntaron con nosotros", exclamó Franco entre risas. A pesar de que el camino es increíble, pudimos notar que el sistema de desperdicios de aguas usadas cae directamente al agua, por lo que se pueden imaginar el peculiar olor.
Ya cansados, a las 6:00 de la tarde, nos dirigimos al tren a emprender nuestro duro viaje de regreso a Rímini, donde descansaríamos al fin unas horas antes de partir en autobús para el lejano aeropuerto de Malpensa y de ahí a Filadelfia, donde el vuelo se atrasó dos horas, para finalmente llegar a casa: Puerto Rico.
Italia - Tras aceptar la invitación para asistir al "Euroreggaetón" en la ciudad de Verona me propuse no dejar para último preparar mis motetes. Sin embargo, como todo buen boricua llegue corriendo como loco al aeropuerto pues iba tarde.
Para mi sorpresa, aún estaban en la fila Valentino, Yomo, Don Chezina, Golden, Franco "El Gorila" y Rey Pirín, que con una calma increíble parecían no importarles que apenas faltaba menos de una hora para salir. De todos modos, logramos montarnos en el avión, que iba repleto y nos dejaría en Filadelfia, nuestra primera parada.
Luego de cuatro horas de espera y una que otra manita de dominó, nuestro vuelo al aeropuerto de Malpensa iniciaba. El viaje fue tranquilo, a pesar de durar nueve horas. ¡Y finalmente daban una película que no había visto!
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